(Alcorcón 1 - 1 VVA la Cañada)
La tensión y las imprecisiones dominan un partido en el que el empate supo a poco. El Alcorcón, primero de grupo con una holgada diferencia, partía como favorito ante un Villanueva de la Cañada que sólo parece haber empezado a recuperarse del mal comienzo de temporada en los tres últimos partidos.
El equipo visitante, consciente de su posición, apostó por una primera parte de seguridad en defensa, con un sistema de zona que, cerrado casi sobre el área de la guardameta, impedía con eficacia la entrada de los balones de las alcorconeras.
Las locales, pese a manejar las rotaciones en ataque, no acertaron a quebrar la defensa azulona y vieron cómo los pelotazos rebotaban una y otra vez en las contrarias. Ante esta situación de bloqueo, los contraataques de la Cañada, siempre tan eléctricos como improvisados, provocaban casi la única sensación de peligro de toda la primera mitad.
El Alcorcón necesitó un córner para que, tras un fallo de defensa, una de las atacantes recibiera sola en mitad del área y fulminara el balón en la red sin dar lugar a la reacción de la portera. El líder se iría así ganando al descanso tras unos veinticinco minutos muy repartidos.
Todo cambió al empezar la segunda parte. Y es que la Cañada, haciendo alarde de una gran versatilidad, decidió quitarse el disfraz de equipo tímido y salió a buscar el partido. Desde el saque inicial las visitantes ejercieron una presión incansable sobre las cinco alcorconeras que, desconcertadas, no supieron cambiar su estrategia sobre la marcha.
La energía de la Cañada angustió a las amarillas, que sufrían para sacar la pelota de su campo y elaborar un ataque limpio. La única salida fueron siempre los balones largos de la portera, interceptados casi en su mayoría a la perfección por las defensas azulonas. Los balones cortados se convirtieron en la fuente de las contras del equipo visitante, que aunque igual de imprecisas que en la primera mitad, se hicieron cada vez más frecuentes.
Diez minutos hubo que esperar para que un pase de Clara encontrara los pies de Bárbara, quien tras darse la vuelta y disparar, aprovecharía el rechace para empujar la pelota hasta el fondo de la portería. Un justo premio para las ansias villanovenses.
El último cuarto de hora discurrió de la misma manera, con un Alcorcón encerrado y confuso ante el atrevimiento de la Cañada, que varias veces amenazó con llevarse los tres puntos del Prado de Santo Domingo. Los guiones se habían invertido y era el equipo pequeño el que acosaba al grande.
El equipo visitante, consciente de su posición, apostó por una primera parte de seguridad en defensa, con un sistema de zona que, cerrado casi sobre el área de la guardameta, impedía con eficacia la entrada de los balones de las alcorconeras.
Las locales, pese a manejar las rotaciones en ataque, no acertaron a quebrar la defensa azulona y vieron cómo los pelotazos rebotaban una y otra vez en las contrarias. Ante esta situación de bloqueo, los contraataques de la Cañada, siempre tan eléctricos como improvisados, provocaban casi la única sensación de peligro de toda la primera mitad.
El Alcorcón necesitó un córner para que, tras un fallo de defensa, una de las atacantes recibiera sola en mitad del área y fulminara el balón en la red sin dar lugar a la reacción de la portera. El líder se iría así ganando al descanso tras unos veinticinco minutos muy repartidos.
Todo cambió al empezar la segunda parte. Y es que la Cañada, haciendo alarde de una gran versatilidad, decidió quitarse el disfraz de equipo tímido y salió a buscar el partido. Desde el saque inicial las visitantes ejercieron una presión incansable sobre las cinco alcorconeras que, desconcertadas, no supieron cambiar su estrategia sobre la marcha.
La energía de la Cañada angustió a las amarillas, que sufrían para sacar la pelota de su campo y elaborar un ataque limpio. La única salida fueron siempre los balones largos de la portera, interceptados casi en su mayoría a la perfección por las defensas azulonas. Los balones cortados se convirtieron en la fuente de las contras del equipo visitante, que aunque igual de imprecisas que en la primera mitad, se hicieron cada vez más frecuentes.
Diez minutos hubo que esperar para que un pase de Clara encontrara los pies de Bárbara, quien tras darse la vuelta y disparar, aprovecharía el rechace para empujar la pelota hasta el fondo de la portería. Un justo premio para las ansias villanovenses.
El último cuarto de hora discurrió de la misma manera, con un Alcorcón encerrado y confuso ante el atrevimiento de la Cañada, que varias veces amenazó con llevarse los tres puntos del Prado de Santo Domingo. Los guiones se habían invertido y era el equipo pequeño el que acosaba al grande.
Al final, 1-1 en Alcorcón y una sensación de insatisfacción en ambos lados. Porque que un equipo de la cola le empate a las primeras podría parecer un muy buen resultado, pero no hay que olvidar que, pese al puesto en el que está, la Cañada tiene espíritu de gigante. Un gigante que, parece, por fin ha comenzado a despertarse.
